miércoles, 27 de abril de 2011

UN SILENCIO


Hoy es hoy y mañana es mañana, solía decirme mi padre cada día, nunca he sabido lo que quería decir, pero creo que lo entenderé.
Me levanto y Miradas se queda acurrucado entre las sabanas, no tendrá ni tres meses, pobrecillo.
Preparo el desayuno,unas tosdadas y poco más, mi confesor espera sentado a la mesa su café de cada día, tocará prepararla. Me siento, le doy y su taza y miro la mia.
-¿qué tal llevas tu trabajo?- me pregunta mientras bebe un sorbo de su café de brasil, caprichos eclesiásticos.
-Ya he actualizado las cuentas, y los fondos que recibimos tanto de la diócesis como de los feligreses- respondo mirando solo las ondas de mi vaso al soplar.
Me mira fijamente y vuelvo la cabeza a mi vaso, intentando esquivar a que vea mis sentimientos.
-¿quién es ella?-me pregunta como un dardo que atraviesa mi corazón.
Solo puedo tartamudear un pero, me mira con cara de interrogación, intentando buscar en mi mirada una respuesta. Respira hondo, parece que ha encontrado solución al rompecabezas, con una voz más delicada y expresión menos acusadora - Merce la pena-
No se como se atreve a preguntar eso como no lo va a mercer, es ella simplemente es ella. Le miro y sonrio, asiento con la cabeza y vuelvo a mi vaso.
-Será una lástima no contar con una persona como tú en la congregación- mientras cierra los hojos y susurra una pequeña oración.
-Lo siento ,padre- me siento avergonzado de defraudar a su persona pero no puedo arrepentirme ahora, quiero vivir y necesito sentir si me equivoco o no, por algo soy humano para aprender.
-No te avergüences hijo, solo ten cuidado que el amor es una arma de doble filo- se levanta de su sitio y se dirige a la puerta con paso tranquilo.
No se porque pero admiro a ese hombre. Sin girarse y en el umbral de la puerta me añade con una voz más grave de lo normal.
-Que no te vayas a unir, no significa que no sigas trabajando, asique a trabajar-
-aaaaaaa...- me mira como un padre a un hijo dando lecciones de amor -se me olvida decirtelo, amala y respetala-.
Se marcha y cierra la puerta, como un final de una película pero en esta todo acaba de comenzar.
Veo a Miradas pidiendo su ración de leche de cada mañana, sonrió y le veo como se bebe con su pequeña lengua. No se preocupe padre, la amaré y la respetaré.




-Cariño es la hora de desayunar-
-Vale, ahora mismo voy- ayer bese al vagabundo y no se porque. Necesito verle, es lo que pide mi cuerpo, pero mi cabeza dice que mi vida ya esta hecha y no puedo. Voy a la mesa a ver a mi amor, supuestamente segun a quien le preguntes si a la conciencia o al corazón.
-Gracias por el desayunno-le digo mientras el me mira con cara de preocupación.
-¿Estás bien?-
claro que no estoy bien pero como te lo voy a decir, le miro con incredulidad y con las cejas fruncidas
se rie -no me mires asi solo lo digo porque ayer llegaste super feliz pero cuando te bese, no se te vi más fría y tristona-
Le miro y me obligo a sonreir
-¿yo?serán tonterias tuyas, no te preocupes me tengo que ir ya-
Hoy no tengo que ver al vagabundo, no puedo hacerle daño a mi vida, ahora es perfecta, bueno eso creo.
-Oye antes de irte, vas a llegar tarde otra vez, lo digo por la cena-
Me quedo dudativa, no se que decir, vamos Helena dile que hoy llegaras pronto y cenaras con el, le quieres. Sin saber porque mi voz no dicta lo que dice mi mente.
-No me esperes para cenar, hoy creo que también llegaré tarde-
¿por qué lo he hecho?no debo verle pero quiero, no puedo dejar de pensar en él.Odio esto, pero se que sino lo hago traicionaré a mi corazón.
Cierro la puerta de casa y salgo huyendo por las escaleras, intentando escapar de esta cárcel que es mi casa.


Miro el reloj voy a llegar tarde, le doy un beso a Miradas,cojo la chaquera y salgo corriendo por las escaleras como una lagartija huye de las manso de un niño.
Llego agotado, nunca había corrido tan rápido, pero todo da igual. Allí esta ella, mirandome fijamente y sonriendo. Me acerco a ella, y ninguno dice nada, solo nos miramos y sonreimos, no se cuanto tiempo estuvimos pero fue algo que te graban a fuego ardiendo.
Una especie de esencia nos abraza y nos transporta a un nuevo mundo, donde solo estamos ella y yo, donde un silencio es el único ruido que sale de nuestras bocas, donde todo lo que oyen nuestros oidos se llama silencio. Solo su sonrisa y la mía, un nuevo sueño del que no quiero despertar.
Poso mi mano es su cara, y lentamente la voy abrazando hasta que nuestros labios se funden.
El silencio nos sonrie, mientras toca su última valada que nos hace pasar las horas ,con nuestros labios sellados y fundidos.

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