miércoles, 4 de mayo de 2011

dos semanas y un día

La luna volvió, pero sin violín, sin sonrisa, simplemente no sabe quien soy, y como un presagio catorce días son los que llevo sin ella. Cincuenta y seis horas esperando su regreso de ocho a doce, mendigando una sonrisa que nunca se me arrebató. Nunca entenderé porque somos seres racionales, hoy he pasado los catorce peores días de mi vida en lo que la razón no ha resuelto ninguna duda de su ausencia, solo ha despertado malos pensamientos, que han hecho que cada noche el insomnio y Miradas fuesen mis únicos consuelos.
Son las ocho del decimo quinto día, necesito caminar, hoy vuelvo a empezar a caminar. Antes escribo una nota y me dirijo a comprar una rosa. Llego a mi destino, compro la última rosa, pido que no la decoren ni nada, tal y como es la quiero, sujero la nota en la rosa y salgo.
Empiezo a caminar sin rumbo fijo pero con un único pensamiento, el último tributo a lo que pudo ser. Camino sin ver nada, hasta que mis ojos son asesinados, hasta que mi corazón siente felicidad pero es despojado de ella con la crueldad de la guerra. Ahí está ella, viva, mis peores pesadillas se han esfumado pero vuelven tan rápido como ella es besada, no por mí sino por otro hombre. Mi mundo se ha desmoronado y solo estoy yo, de pie mirando a mi alrededor, y viendo como las ruinas es lo único que queda en pie. No lloro, solo pienso que me dijiste que me harías tan feliz, el principio de una historia sin fin, prometiste un nuevo mundo y te creí, aquí esta ese nuevo mundo, no mentiste no puedes. Mi nuevo mundo se empieza a construir.
No te saludo, solo te miro y me miras asustada y desconcertada. Salgo corriendo, a donde las ocho era mi estación, cojo la rosa con la nota y hago el último tributo, a una vida pasada, que con una mirada empezo y con un beso se destruyo. Dejo la rosa en el suelo, la miro y una lágrima recorre mi cara, solo una pero el vacio es tan grande, que solo una lágrima no puede definirlo. Me quema la cara pero la dejo que caiga al suelo, mojando un petalo de la rosa y terminando así mi tributo, a lo que creía que era amor pero solo fui una locura.
Vuelo a casa, abrazo a Miradas, le beso en la cabeza y nos dormimos. Uno con el otro, sabiendo que un trozo de nuestra vida ha sido arrancado sin piedad

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